Conoce las características de tu suelo que impactan sobre la eficiencia del uso de agua de tus cultivos. Aprende qué información utilizar para diagramar la estrategia de riego más adecuada para tu campo y mejorar la eficiencia de tus riegos.
El agua ha sido y es el recurso de mayor incidencia en la producción de alimentos a nivel global. El adecuado manejo del agua para los cultivos ha sido el principal desafío para mantener la oferta de alimentos en distintas sociedades desde los inicios de la agricultura. La agricultura es considerada actualmente como el mayor usuario de las reservas globales de agua, por lo que se espera que el incremento en la eficiencia con la que se gestiona este recurso en las actividades agrícolas cumpla un rol fundamental en los próximos años.
Para incrementar la eficiencia de uso del agua de un sistema productivo requiere en primera instancia comprender que el balance de agua resulta de las diferencias entre: a) ingresos: riegos, precipitaciones aportes de capa freática y aportes por escurrimiento desde las áreas más elevadas; y b) egresos: la transpiración de los cultivos y evaporación desde la superficie del suelo hacia la atmósfera, el escurrimiento hacia zonas más bajas y la percolación por debajo de la zona explorada por las raíces.
La única salida “rentable” será la transpiración (T) del cultivo. El resto de las salidas representan ineficiencias en nuestros sistemas.
Pero la cantidad de agua que salga a través del proceso de transpiración deberá ser extraída del Suelo a través de las raíces. Cabe entonces entender que el suelo se constituye en un silo de agua, cuya capacidad de almacenaje dependerá básicamente de la textura (proporción de arcilla, limo y arena), de su estructura, y de la profundidad que alcancen las raíces. Las características del suelo influyen no sólo en la cantidad total de agua que pueda ser almacenada, sino también en el ingreso de riegos y precipitaciones al perfil, en la capacidad de crecimiento y proliferación de raíces de los cultivos, en el movimiento de agua hacia las raíces (es decir la capacidad de “ceder” agua a los cultivos), o en el movimiento de agua hacia otras vías (como la evaporación o el drenaje profundo). Conocer estos factores nos permitirá diseñar estrategias de riego acordes.
“El suelo cumple entonces un rol fundamental como regulador de la eficiencia de aprovechamiento de agua del riego. Será entonces imprescindible conocer, entender y analizar las características de nuestros suelos, y así lograr aumentar el aprovechamiento de agua y rentabilidad de nuestros sistemas productivos”
La conformación de los suelos
Del volumen total de un suelo, normalmente alrededor del 50% está ocupado por componentes sólidos, materia orgánica y componentes minerales, y el 50% restante está ocupado por poros o espacios vacíos (Figura n° 1).
“Lo ideal es que el 50% de estos espacios vacíos se encuentre ocupado por agua y el otro 50% por aire. Esta conformación permite una óptima actividad de las raíces y los microorganismos del suelo y una adecuada aireación del mismo”.
Los componentes minerales en su interacción con la materia orgánica, se relacionan y estructuran para dar lugar a la cantidad total y geometría del espacio poroso que va a ser el que comanda toda la dinámica del agua dentro del suelo.
Textura de los suelos
Los componentes minerales se pueden clasificar según el tamaño de las partículas, en partículas de arcilla, limo y arena (Figura nº2). Un suelo se conforma por una mezcla de estas partículas y de acuerdo a la proporción que el suelo contenga de cada una, se define la clase textural (Figura n°3). A modo de ejemplo, un suelo que contenga mayor proporción de arcilla va a conformar suelos arcillosos, arcillo arenosos o arcillo limosos de acuerdo a la proporción de arena o limo respectivamente . Mientras que los suelos que tengan una proporción similar de arcilla, limo y arena se denominan francos.
La estructura y el sistema poroso del suelo
Las partículas minerales se organizan en el suelo a través de distintas uniones formando agregados. Los espacios que quedan entre los diferentes agregados se denominan poros (Figura n°5). Es así que la estructura de un suelo es la resultante del arreglo que conforman las partículas sólidas con el espacio poroso. Dicho arreglo da lugar a una red de poros de diferentes tamaños. Por un lado, los microporos (poros menores de 0,2µ), en donde el agua almacenada se encuentra fuertemente retenida y no disponible para las plantas, pero que es de gran importancia para diferentes reacciones químicas que se suceden. En el otro extremo, los macroporos (mayor a 10µ o 30) que se relacionan fundamentalmente con la capacidad de aireación del suelo, a la infiltración y movimiento del agua dentro del suelo y a la capacidad de crecimiento de las raíces. Entre medio de ambos, los mesoporos que es donde se almacena el agua que se encuentra disponible para los cultivos. La proporción existente en el suelo de micro y mesoporos se encuentra muy influida por la textura, mientras que la proporción de macroporos se relaciona en mayor medida con la estructura y el manejo que se realice del suelo.
“Es importante entonces destacar que cualquier estrategia de manejo y labores agrícolas que se haga del suelo altera la estructura y por ende su porosidad y el movimiento del agua y el aire dentro del suelo”.
Disponibilidad de agua para las plantas
A medida que el agua se va ubicando en los poros de menor tamaño, situación que sucede cuando el suelo se va secando, va aumentando la energía con que ésta se encuentra retenida, afectando así la disponibilidad para las plantas. Este concepto de disponibilidad de agua para las plantas se expresa a través de las constantes hídricas del suelo: punto de marchitez permanente (PMP), capacidad de campo (CC) y saturación (SAT), que indican cuánta agua queda retenida a distintas succiones o tensiones del suelo.
El agua útil (AU) disponible para las plantas es la capacidad de almacenamiento de agua en el suelo que se encuentra disponible para el cultivo. Se la cuantifica como el agua que queda retenida entre entre la cantidad de agua almacenada a capacidad de campo y el agua almacenada al punto de marchitez permanente.
“No toda el agua disponible se encuentra fácilmente disponible, por ello se asume que el 50% del AU se encuentra fácilmente disponible y el otro 50% se encuentra retenida con mayor fuerza y puede comenzar a estresar al cultivo”
Para las distintas clases texturales, desde suelos arenosos, pasando por los suelos francos hasta los arcillosos, la cantidad de agua contenida a CC va en aumento, pero también aumenta la cantidad de agua contenida a PMP (Figura n°5). Siendo los suelos de textura media (franco-limosos) los que presentan mayor contenido de AU.
En resumen:
La textura tiene un rol muy fuerte en la propiedades de la porosidad total, microporosidad, macroporosidad, retención de agua y agua útil (Figura n°5).